EBOOK CONTRA LIBRO CLASICO

Ando estos días engrescado en la compra de un ebook. Las ventajas son indudables: ahorro de espacio, portabilidad, cambio de tamaño de letra, gran variedad de títulos en la red, reproduce mp3, etc, etc; vamos, tecnología pura y dura que mejora nuestra calidad de vida. Que bien.

Pero mientras veía la tele, he mirado hacia el mueble donde guardo muchos de mis libros, alguno de los cuales ya ha sido leido por tres generaciones de la familia y ha pasado por un montón de circunstancias. Pienso en que esas páginas fueron leidas por mi abuelo, luego por mi padre o mi madre y luego por mi. Pienso en como un determinado título tuvo un significado totalmente diferente cuando lo leí siendo un niño a cuando lo he vuelto a hacer a la edad adulta, porque yo tengo esa costumbre, es algo que permanece en mi memoria genética: cada cierto tiempo determinados títulos deben ser leidos de nuevo. Una costumbre extraña, lo se, como puede parecer extraño el sentir el tacto de unas páginas, el olor de un libro cuando lo lees por primera vez. Sensaciones todas ellas que no puede dar un ebook, aunque te sirva mojitos (que no es el caso, aunque todo se andará), porque todo libro tiene sus historia: el momento en que se compró o te lo regalaron, o llegaste a él y las circunstancias que rodearon ese momento, a veces fueron meses de ahorro o de espera, otras, un regalo inesperado, las más, un descubrimiento en una vieja caja llena de polvo, o en una parada de libros viejos. Y todos esos momentos vuelven a ti, como un flashback, cada vez que miras el título y ojeas sus páginas.

Los que son ávidos lectores como yo, lo comprenderán, y los demás, también.