Hay una tendencia últimamente que estoy viendo mucho en mi trabajo, y es la de esas parejas o matrimonios en las que ella quiere montar un negocio porque se aburre. Esto es un resumen de muchos casos que he mezclado en uno.
El prototipo de esta pareja suele ser muchas veces el mismo, y es la realidad, no se trata de xenofobia ni sexismo por mi parte: Señor maduro español, con esposa o pareja como 30 años más joven y extranjera, se les ve gente con dinero y que les va bien en la vida.
Vaya por delante que mi madre hasta su jubilación ha tenido tienda, que tengo muchas amigas con tienda y que se lo que es la vida de autónomo e intentar llevar un negocio adelante. No es el caso de esta entrada en el blog, aquí esfuerzo hay más bien poco.
El proceso comienza así: tras mirar tropecientos locales, al final se deciden por uno y montan su negocio, sin ningún estudio de mercado ni nada que se le parezca, y un gasto exagerado por parte del marido: no falta detalle, hasta inauguración por todo lo alto y... empieza la realidad.
En un negocio hay que ser serio y cumplir unos horarios, sobre todo al principio, si no la gente se acaba cansando y esto no va con Mary Pepi, pasan los primeros meses y aparte de las amigas que han ido a verla y decirle lo "mona" que ha quedado la tienda, poca gente se ha acercado y poco ha vendido. Se aburre en la tienda, se siente sujeta y llega un momento que le dice a su marido que ella no quiere ser esclava de su negocio y que necesita una dependienta para poder tener tiempo libre.
El marido, un poco mosca, accede y le pone la dependienta, así Mary Pepi puede retomar sus cafés y reuniones, el golf, sus compras en Barcelona,etc, etc.
A la tienda ya no va, se acerca, y la dependienta que empezó con ilusión, se empieza a desmoralizar ya que tampoco le da mucho margen a la hora de tomar decisiones, eso sí, recibe su sueldo puntualmente, incluso consigue aumentar las ventas, pero la cosa no marcha y ella lo sabe. Mary Pepi ya ni se asoma, la tienda le aburre....
Hasta que un día, la pareja vuelve por la agencia y dice que la calle es mala, que no hay gente, que se han gastado mucho dinero y que quieren traspasar la tienda. El marido quiere recuperar toda la pasta que ha puesto en el negocio, obviamente nadie quiere pagar un traspaso por un negocio que no funciona y al final dejan el local sin ninguna compensación.
Todos los años tenemos un caso de Mary Pepi, pueden ser tiendas de ropa, restaurantes, bares..... pero todos acaban igual.
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