miércoles, 16 de agosto de 2017

TECNOLOGIA

Hace poco me contaba un amigo que, su jefe, con un iphone 7 de 256 gigas, vamos, más de mil euros de móvil, le mandaba a él las fotos por wassap, a un modesto bq de poco más de 100 euros, para que las mandara al correo de la empresa ya que el señor no sabía mandar correos mediante su súper terminal.

En la tienda de telefonía todos los días aparece gente que no se acuerda de su contraseña, que no sabe usar el correo, y algunos, escásamente hacer y realizar llamadas. Uno pensaría, bueno, pues con un teléfono de teclas normales ya sería suficiente, el usuario lo sabría manejar y se acabó el problema.

Pues no, yo diría que más de la mitad de personas que compran un móvil de gama alta solo lo hacen para ponerlo encima de la barra del bar cuando van a tomar una caña o ponerlo encima de la mesa de reuniones para que todo el mundo vea su poder adquisitivo, o el que pretenden aparentar. Vamos el juego de siempre "a ver quien la tiene más larga".

Una de las consecuencias de todo esto es volver loco perdido a familiares, allegados o empleados que el usuario tiene a mano. "Explícame", "esto no lo entiendo" o el más socorrido "este teléfono no me va bien" que es la frase que más repiten en la tienda, cuando es todo lo contrario y el teléfono va perfectamente.

Una de las consecuencias de este desconocimiento de los terminales viene cuando aparecen braceando con la factura en la mano diciendo, "la compañía me ha engañado", "esto no es lo que me dijiste", y entonces comprobamos que la facturación abultada se debe a servicios premium,  números telefónicos de pago que, mayoritariamente corresponden a consultas de videntes de las señoras o a contenido pornográfico de los señores, aunque a veces se dan casos curiosos. La típica respuesta es "yo no he marcado ese número", la respuesta, "ya". Las caras pasan por todos los tonos de rojo y el usuario se suele marchar avergonzado, recogiendo el teléfono y con la cabeza gacha.

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